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Separación e hijos

Una separación en sí no es más iatrogénica que una relación que se mantiene sin un trasfondo real donde sustentarse o basada en constantes disputas o recriminaciones.

Una ruptura es un hecho a veces impredecible e inevitable que no esta tanto en la mano de los componentes de la pareja como en la sinergia de la pareja en sí. En ocasiones, por mas que “tiremos para alante” en nuestro fuero interno sabemos que aquello, hace tiempo, se paró. 

Sea como sea la ruptura es muy posible, sobre todo si son pequeñitos, que los hijos sufran durante el periodo de separación. No tienen claro aún el concepto de pareja pero sí el de “vivimos todos juntos en casa y hacemos la vida juntos”. Y cuando ven que eso desaparece, les duele.

No podéis evitar el dolor a vuestros hijos, les quedan muchos duelos por hacer en la vida, pero sí podéis hacer que sea temporal y que le sea lo más fácil posible adaptarse a la nueva situación.

¿Qué nos puede ayudar a hacer pacíficamente este proceso de cambio?

Los niños son todo inteligencia no verbal, perciben con mucha más precisión que vosotros mismos vuestras emociones. Y también vuestras  rencillas y rencores.

Para que hagan un duelo sano y no quede rastro de éste pasados los meses, necesitan cariño, respeto, escucha y coherencia. 

Además, necesitan que les contéis. La incertidumbre les hace daño. Podéis explicarles que una cosa es una pareja, —que en ocasiones tiene una duración y acaba, otras veces dura para siempre—, y otra cosa su familia, que siempre estará ahí. La familia sigue siendo la misma. Con los mismos componentes y el mismo amor. Si algo cambia para ellos, es la ubicación espacial. Es posible que ahora tengan dos casas en lugar de una.

Si la relación ha acabado muy mal por la razón que sea, es respetable que desees borrar a esa persona de tu vida emocional, pero no puedes hacerlo como padre-madre de vuestros hijos. Era algo con lo que habías de contar cuando iniciaste una familia. 

Elabora el duelo en tu cabeza del dolor sentido, de la traición sufrida en tal caso y de la persona que has sacado de tu vida emocional y disponte a relacionarte con ella como el otro padre-madre de tus hijos, respetando y facilitando que se quieran, que se vean, que incluso en momentos del desarrollo del niño, se prefieran. (Siempre, evidentemente, que esta persona respete y cuide de su hijo). Es sorprendente pero cierto; se puede ser una pareja nefasta y un buen padre. Por ello es difícil, pero importante, disociar completamente en tu cabeza a la persona que te hizo daño de la persona que es madre-padre de tus hijos. 

Este proceso no es fácil y en ocasiones se precisa ayuda psicológica. Si es el caso, no lo dudes, vayan los niños, vayáis en familia, en pareja o individualmente, visitar a un buen psicólogo será una inversión.

Rocío Carballo

Psicóloga Psicoterapeuta

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